Archivos diarios: 24 noviembre, 2011

Sinclair’s Oyster Bar

Manchester es una ciudad con poco encanto turístico, pero con rincones muy especiales que merece la pena conocer. Partiendo desde el famoso centro neurálgico de Piccadilly Gardens en dirección norte por Market Street hasta que la conocida calle de las compras deja de ser peatonal y nos encontramos de bruces con Corporation Street, girando a la derecha, acabamos levantando la vista para ver la gran noria de Manchester (tan típica de las grandes ciudades inglesas) en un rincón de la ciudad que mezcla los edificios modernos y antiguos y que incita severamente al consumismo y a la diversión diurna y nocturna. En ese espectacular espacio se encuentra esa pequeña joya que quiero que conozcáis a través de este post: el Sinclair’s Oyster Bar.

En realidad, se trata de un pequeño complejo de edificios antiguos al más puro estilo inglés que forman una pequeña plaza conocida como Shambles Square, que se compone de dos pubs típicos británicos, The Old Wellington y el propio Sinclair’s, que forman un ángulo recto de noventa grados. La plaza quedaría cerrada con otro edificio antiguo separado del complejo, el Mitre Hotel, dando el conjunto la espalda a la catedral de Manchester (The Cathedral and Collegiate Church of St Mary, St Denys and St George).

Entonces ¿Por qué centrarme el el Sinclair’s y no en todo el cojunto que lo rodea? Porque para mi se trata de un sitio muy especial y de visita obligada para todos aquellos que vengan a la ciudad de Manchester. The Old Wellington y Sinclair’s Oyster Bar comparten una enorme terraza con enormes mesas redondas en la que la gente pasa el tiempo entre conocidos y desconocidos. El primero de los pubs tiene unos precios bastante subidos de tono en sus consumiciones, mientras que el Sinclairs, por el contrario cuenta con los precios más bajos de todo Manchester. Yo suelo decir cuando me preguntan acerca de él que para mi el Sinclair’s (y concretamente su terraza) es la mejor academia de inglés de toda la ciudad, porque allí puedes acudir con tus amigos y conocidos para practicar el idioma, además de que puedes entablar conversación con aquellos con los que compartes mesa, ya sean nacionales o foráneos. Uno puede perder allí toda una tarde y pasar sin darse cuenta disfrutando de la conversación, de unas buenas pintas a precios muy razonables y de una mejor compañía.

En mi caso particular, puedo asegurar que han sido muchas las horas que he «perdido» allí, pero que ha ganado mi fluidez con el inglés y que me ha servido para entablar amistad con gente de casi todos los rincones del mundo, de los cinco continentes, además de conocer a esa especie poco conocida que es el inglés simpático y abierto. Allí he pasado quizás los mejores momentos desde que vivo en esta ciudad y allí he conocido a gente que es y será mi amiga por el resto de mi vida, estén cerca de mi o en la otra punta del planeta (lo bueno de las nuevas tecnologías de la información es que esas amistades que antes eran pasajeras ahora perduran en el tiempo a pesar de las distancias). Realmente tengo mucho que agradecer a este lugar, porque ha sido una de las principales vías para conseguir mi objetivo en esta etapa de mi vida, que es hacerme por fin con este idioma imprescindible en estos tiempos que corren, y para hacer una de las cosas que más me gustan y que han abierto mi mente, conocer a esa gente de rincones tan distantes, de culturas tan diferentes, de pensamientos tan lejanos, pero a los que el Sinclairs nos ha unido de la mano de ese precioso regalo que es la amistad.

UN POCO DE HISTORIA

Pero no nos pongamos pastelosos y adentrémonos en los orígenes de este lugar tan especial. En la fachada del Sinclair’s pordemos ver un cartel que nos hace un pequeño resumen de su historia y que versa así: «Sinclair’s Oyster Bar stood in Market Place and followed the original John Shaw’s punch house, which was started by John Shaw in1738. Records indicate a building on the site dating back to the 14th century. The punch house housed the first gentlemen’s club in Manchester and was occupied by John Shaw until his dead in 1796 at the age of 83. About 1845 Oysters were introduced to the premises and further alcoholic refreshment some 20 years later. In 1971, the building was lifted as part of the Arndale Shopping Centre re-development and was re-opened in 1981. In 1997, the building, which was largely unaffected by the IRA bomb, was moved piece by piece by Manchester City Council in partnership with Manchester Millenium to its present site in order to accommodate the new pedestrian route from St Anne’s square to Manchester Cathedral as part of the re-development of the old Shambles Square«.

Volviendo al castellano nos hacemos eco de un edificio que fue construido en 1552 cerca de la plaza del Mercado de Manchester. Dos años después sería comprado por la conocida familia de los Byrom convirtiéndose en su residencia, donde nació entre otros el conocido escitor inglés John Byrom en 1692, y en una tienda de paños que ellos mismos pusieron en marcha. Con el tiempo el edificio fue pasando a otras manos, pasando a llamarse Vintners Arms en 1862, the Kenyon Vaults y finalmente The Old Wellington, nombre que conserva hoy día. El edificio fue ampliado en el siglo XVIII cuando pasó a ser la casa de John Shaw y fue autorizado para la venta de ponche con alcohol de alta gradación, convirtiéndose en un lugar de encuentro para los conservadores (tories) importantes del momento  y para los jacobitas. Los clientes, por lo general se solían reunir en torno a las 18,00 horas y de acuerdo con la ley cerraba a las 20,00 horas. Según cuenta  la historia, cuando llegaba la hora, el propio Shark aparecía entre sus invitados para «echarlos» al grito de «Eight o’clock gentlemen, eight o’clock!» mientras hacía sonar un látigo, o era su criada, Molly Owen, la que los hacía irse cubo de agua en mano. Shaw fue el dueño de la casa durante 58 años hasta su muerte en 1796 a la edad de 83 años, momento en el que pasó a llamarse «Sinclair’s«, añadiendo el «Oyster» en 1845 cuando se incluyó en su menú las ostras. Hoy día es el nombre que nos encontramos a la puerta y suelen echar a la gente de allí más tarde, a eso de las 22,30-23,00 horas según los días (y excepto los domingos que sí es a las 20,00 horas), pero con el sonido de una campana y no suelen venir Shaw ni Molly Owen a echarnos, sino más bien algún segurata cascarrabias con el que hay que saber lidiar…

Terminando con su historia, ya en el siglo XX, concretamente en 1974, la mayor parte de la antigua propiedad que por entonces pertenecía a Shudehill y la calle del mercado fueron demolidos para la construcción del enorme centro comercial Arndale, que hoy podemos visitar desde la zona del Sinclair’s, además de desde Market Street y Piccadilly Gardens. Con ello lo que quedó del complejo se incorporó a la nueva estructura urbana que surgía hasta que se produjo la última gran anécdota reseñable sobre ello, 23 años después, en junio de 1996, cuando la banda terrorista norirlandesa IRA hizo explotar un camión bomba en la antes mencionada Corporation Street  en un atentado con 212 heridos y que terminó dañando de gravedad varios edificios del complejo comercial que curiosamente protegieron a los del Sinclair’s y The Old Wellington, que sufrieron pocos daños. Tras esto, sólo un año después y con la reconstrucción llevada a cabo se decidió desmantelar todos los edificios y trasladarlos 300 metros hacia el norte delante de la catedral y reconstruyendo ambos pubs a noventa grados uno de otro, tal y como indiqué al principio, para crear Shambles Square. De esta manera y tras las demoliciones de la época victoriana y los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en 1940, Sinclair’s y The Old Wellington son el únicos ejemplo que queda en el centro de la ciudad de Manchester de esas construcciones antiguas previas al siglo XIX, de la época de los Tudor, rodeados hoy de algunos ejemplos de edificios victorianos y otros muy modernos del último cuarto del siglo XX.

Se trata de uno de los rincones más visitados por los turistas y muy bien fusionado con lo victoriano y lo moderno en una plaza con un encanto especial, con dos pubs de los cuáles uno, como ya me he hartado de repetir, tiene ese encanto especial que me ha hecho disfrutar de muchas tardes en su terraza, lloviera o hiciera sol, frío o calor. Y desde aquí os lo propongo como visita obligada por si algún día ponéis pies en tierra mancuniana, porque merece la pena tomarse una buena pinta de cerveza en su terraza o en su bello interior y contemplarlo con la boca abierta, además de compartir una buena conversación con la gente que suele estar allí, que normalmente son vecinos de la ciudad, sean autóctonos o estudiantes de otros lugares. Porque el que prueba como turista, aunque sea una parada relámpago, sabe disfrutarlo, y el que vive aquí, y pasa muchas de sus tardes allí, termina por quererlo como propio…

JAVIER ESCOBAR.

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